"Un cuento de Navidad, de Arnaud Desplechin. La película definitiva sobre el universo familiar. Tumultuosa, enloquecida, tierna, agresiva, monstruosa, es pura energía hecha cine.
Paranoid Park, de Gus Van Sant. Hermosa vuelta de tuerca a la construcción del yo en la adolescencia, es un verdadero poema a la pérdida de la inocencia.
Up, de Pete Docter. Los mejores cuatro minutos y veinte segundos del año pertenecen a esta magnífica y sensible película sobre la segunda juventud de la tercera edad. Otro 10 de la Pixar.
Ponyo en el acantilado, de Hayao Miyazaki. Cine infantil hecho por el orfebre de la animación. De una vitalidad contagiosa, vuelve a demostrar que la imaginación de este cineasta venerable no tiene límites.
Donde viven los monstruos, de Spike Jonze. Pocos han sabido retratar la soledad de la infancia como esta fábula oscura e impredecible sobre los agujeros negros de la edad más incomprendida del ser humano.
El vuelo del globo rojo, de Hou Hsiao-Hsien. Etérea meditación sobre la vida en estado crudo, incluye una preciosa interpretación de Juliette Binoche y supone una clase magistral de cómo hacer un remake sin hacerlo.
Yuki & Nina, de Hyppolite Girardot y Nobuhiro Suwa. Estupendo análisis de la crisis de una pareja visto desde la perspectiva de una niña y su amiga del alma. Del naturalismo al fantástico sin mácula, es una película que está hecha desde una extrema placidez de espíritu.
El curioso caso de Benjamin Button, de David Fincher. Joya tan anacrónica como su protagonista, observador pasivo de una vida que avanza a la vez que el mundo envejece, es una película de una melancolía que conmueve hasta la médula.
Je veux voir, de Joana Hadjithomas y Khalil Joreige. Es el retrato de una actriz en las trincheras, la confrontación de la historia del cine con las ruinas de la Historia. Un documental que trasciende las fronteras de la representación de la realidad en formato de insólita 'road movie'.
Still Walking, de Hirokazu Kore-eda. Cerramos con otro retrato implacable de la dinámica de la familia, esta vez observada desde la serenidad de la tradición japonesa. Tan rigurosa como sensible, es una de las mejores películas de su autor."
Estas listas son, como no puede ser de otra manera, subjetivas, pero hay una cosa en la que todos los críticos parecen estar de acuerdo: estos son los mejores 4 minutos y 20 segundos del año (y una de los mejores secuencias del cine, en general, si nos lo permitis)
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